Probablemente esta sea la última noche
que mi mano tiembla ante el cuadernillo,
anhelo escribir sobre astros apagados
y con mi poesía volverme uno.
Arranco la página más afilada de mi cuaderno garabateado,
el poema de aquel día,
el maldito poema que habla sobre nosotros,
el maldito poema que jamás debió nacer,
el maldito poema que extraviaste entre tus cartas de amor por enviar,
no precisamente a mi.
El maldito sentimiento que guardaste bajo la almohada.
Remuevo el aire de mi ahogo,
perfilo tu puta creación para cercenar mis venas,
para plasmar en mi piel los estigmas de un nuevo día
y confirmar que por mi cuerpo no fluye exactamente sangre.
Ejército de cuervos galopan entre mis sombras,
aún no saben que pueden volar, caen sobre esta Biblia, bajo mis pies,
¿Ahora busco a dios? ¡Sacrifíquenme! Ya soy un cadáver.
El humo del cigarrillo embalsama esta pieza fría,
Sangre, cenizas,
oscuridad, estrellas,
Un firmamento a mis pies espera su beso de buenas noches,
Sangro, tiemblo
vuelve a mi cabeza la santísima trinidad,
tu, la que fundió tres cuerpos en uno
Amén.
Perra, hasta en el momento de mi muerte escribo de ti.
Pasado, presente, futuro,
Mera casualidad,
El tiempo se detiene, mis lágrimas lloran ojos,
No quiero ser,
No quiero estar,
Mis dedos se destruyen ante 10.000 voces del idioma castellano
Los brazos, las piernas, las vértebras se disuelven.
esta pluma taladra los párpados a cucharadas y sonrío,
Al fin veo la realidad, desde el suelo,
mientras me extingo.
tocan a la puerta,
Probablemente eres tu
¿Cómo recibirte?
No hay nada para ofrecer
además de un cuarto carmesí.
miércoles, 12 de septiembre de 2007
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