Surco contra el viento
con extremidades intactas y sonrisa arrendada
limpio, blanco, pulcro
pisadas de hierro,
erguido como bandera a media asta
dibujando aldeas globales en mis pupilas
congestionado, escupiendo monopolio en cada hogar
regalando coprofagia a los más necesitados
bebiendo petróleo,
comiendo amaneceres para una nueva era
aminorando el peso sobre este planeta.
Ahí vienen los niños
Empalados, crucificados, desollados
Sumiendo las armas en sus pequeños dedos frágiles
Incapaces de un tiro certero
Apuntando a sí mismos
Mirando el cielo boca abajo
Tragando sus lagrimas,
Ocultándolas tras las utópicas promesas de vida eterna.
Las llamas son de artificio
Las explosiones el sonar del teléfono airado
el grito de guerra se mimetiza
en bonitas poesías de amor
amor a la sangre
amor al lamento
amor al dolor.
Salven a los niños
Salven sus cuerpos
AUN HAY HAMBRE QUE SOLVENTAR
Véanlos emanar el néctar del terror impune
Denle sepulcro dentro de una olla
O mueran de hambre.
Quien este libre de pecado que lance la primera piedra
Amor a sus muertes.
lunes, 10 de septiembre de 2007
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