miércoles, 5 de septiembre de 2007

de la religión civil / rosseau y sade

“Dios quiere que se le respete: en
seguida, por lo tanto , en un poder;
Dios quiere que se le obedezca”.[1]

El objetivo de este ensayo es, basándose en los supuestos Rousseuneanos de religión civil, que colocan al cristianismo como factor perjudicial para la realización de su estado, pero que sin embargo, se establece como de libre culto, exponer, de acuerdo a la lectura de “ Franceses un esfuerzo mas si queréis ser republicanos”, publicado por Marqués de Sade dentro de “La filosofía en el tocador”, y bajo la premisa de que en el estado republicano desarrollado en Francia pos revolución fueron llevados a cabo; por una parte, las posibles consecuencias a lo que esto (establecer el cristianismo como libre culto), podía llevar. Por otra, las soluciones que Sade proclama. Para terminar con una reflexión ¿es pertinente pensar un estado occidental sin el cristianismo de por medio? ¿Cuales son las posibilidades reales de su realización? ¿Cuáles serian las posibles consecuencias que provocaría esto dentro de un occidente donde la religión se ha difuminado dentro de la vida y ya no se deja ver claramente?

“ pero cuando los judíos sometidos a los reyes de Babilonia y mas tarde a los reyes de Siria, quisieron obstinarse en no reconocer mas dios que el suyo, esta negativa, considerada como una rebelión ante el vencedor, les atrajo las persecuciones que se leen en su historia, y de las cuales no se ve ningún otro ejemplo antes del cristianismo”.[2]
Bajo esta premisa lo que Rosseau intenta establecer es, que anterior al cristianismo, los llamados paganos, en lo que respecta a sus dioses, los aceptaban como gobernantes naturales de cada región en particular. Por lo tanto, los estados al tener sus cultos y gobiernos propios, no distinguían entre sus dioses y sus leyes.
Por lo general, los gobiernos que sometían a otros, adoptaban sus dioses, en consecuencia, se establecía una pluralidad de cultos.
“los humildes cristianos cambiaron de lenguaje, y en seguida se ha visto a tal pretendido reino del otro mundo advenir a éste, bajo un jefe visible, el mas violento despotismo”.[3]
Ahora bien, Rosseau describe una serie de condiciones que trasforman al cristianismo en una religión incompatible con su estado, basados en la condición sublime de esta, condición que no permite a sus ciudadanos desenvolverse de forma acorde con su vida, como dice este mismo: que la patria del cristianismo no es este mundo.
“el cristianismo es una religión completamente espiritual, que se ocupa únicamente de las cosas del cielo; la patria del cristianismo no es este mundo. Cumple con su deber, es cierto; pero lo cumple con una profunda indiferencia sobre el buen o mal éxito. Con tal que no haya nada que reprocharle, nada le importa que vaya bien o mal aquí abajo”.[4]
Desde estos argumentos Rousseau se ve en la necesidad de establecer una religión civil, que establezca que el ciudadano tenga que amar sus deberes.
“ahora bien; importa al estado que cada ciudadano tenga una religión que le haga amar sus deberes; pero los dogmas de esta religión no le interesan ni al estado no a sus miembros sino en tanto que estos dogmas se refieren a la moral y a los deberes que aquel que la profesa esta obligado a cumplir con respecto a los demás. Cada cual puede tener, las opiniones que le plazca, sin que necesite enterarse de ello el soberano; porque como no tiene competencia en el otro mundo, cualquiera que sea la suerte de los súbditos en la vida postrera, no es asunto que a él competa, con tal que sean buenos ciudadanos en ésta...ahora que no existe ni puede existir religión nacional exclusiva, se deben tolerar todas aquellas que toleran a las otras, mientras sus dogmas no tengan nada contrario a los deberes del ciudadano”.[5]

Pues bien, establecidos y aceptados los supuestos que instala Rosseau en torno a la religión, nos dirigiremos a su desarrollo medianamente tangible ilustrado por la revolución francesa, su establecimiento como estado republicano y el asesinato de dios que nos infiere el decapitamiento del rey.
Libertad, igualdad, fraternidad son las bases de la republica francesa, una nación supuestamente emancipada del cristianismo y de cualquier otro culto en su función de estado, ya que bajo su anhelo de libertad estos se siguen desarrollando dentro del ámbito privado, porque si bien Rosseau introduce el cristianismo dentro de las religiones intolerantes que habría que eliminar, esta entre disculpas y ocultándose bajo los mismos supuestos Russeauneanos de libre culto mientras se cumpla con los deberes que promueve el estado, sobrevive. Y no solamente en el ámbito privado, sino que queda introducida en lo más profundo de la republica, en sus leyes civiles.
Es en este contexto donde entra Sade a diagnosticar que si esto continúa el retorno a la monarquía es inminente, por lo tanto es necesario hacerse de un nuevo culto y eliminar el cristianismo por completo.
“observo con pena la lentitud con que tratamos de llegar a la meta; presiento con inquietud que estamos a punto de fracasar una vez más. ¿Se piensa que esa meta habrá alcanzada cuando nos hayan dado leyes? Que no se imagine tal cosa ¿Qué haríamos con las leyes sin religión? Nos hace falta un culto, y un culto hecho para el carácter de un republicano, que esta muy lejos de poder reanudar jamás el de Roma. En un siglo en que estamos tan convencidos de que la religión debe apoyarse sobre la moral, y no la moral sobre la religión, hace falta una religión que convenga a las costumbres, que sea como el desarrollo de éstas, como su consecuencia necesaria, y que pueda, elevando el alma, mantenerla perpetuamente a la altura de esta preciosa libertad en la que hoy tiene su único ídolo…Si, para desgracia , el francés se sumiera de nuevo en las tinieblas del cristianismo, por un lado el orgullo, la tiranía, el despotismo de los sacerdotes, vicios siempre renacientes en esa horda impura, y por otro la bajeza, la estrechez de miras, las mezquindades de los dogmas y los misterios de esa religión indigna y fabulosa, debilitando el orgullo del alma republicana, a poco la volvería a someter al yugo que su energía acaba de romper. No perdamos de vista que esa pueril religión era una de las mejores armas en manos de nuestros tiranos; uno de sus primeros dogmas era dar al césar lo que es del césar; pero nosotros hemos destronado al césar y no queremos darle nada”.[6]
Sade en la busca de un culto apto para los franceses recurre a los dioses romanos, al igual que Rosseau busca alejarse de la caída cristiana, por lo tanto quiere inculcar la virtud por medio de la veneración de ídolos que fuesen un aporte terreno para los ciudadanos, que pudieran ser como ellos y por lo tanto algún día también venerados, sin embargo, esta condición de culto solo se la atribuía a los ciudadanos comunes incapaces de vivir sin un dios, porque este dice que el ateismo es el único sistema de las personas que saben razonar.
“dejemos de pensar que la religión pueda ser útil para el hombre. Contemos con buenas leyes y entonces no sufriremos la necesidad de religión. Pero, se dice, el pueblo necesita de una, la religión lo divierte, lo frena. ¡Enhorabuena! Dadnos, pues, en este caso, la que conviene a hombres libres. Dadnos los dioses del paganismo. De buena gana adoraremos a Júpiter, Hércules o Palas; pero ya nada queremos saber del fabuloso autor del universo que se mueve por si solo; ya nada queremos saber de un dios sin extensión y que empero todo lo llena con su inmensidad, de un dios omnipotente y que no lleva nunca a cabo lo que desea, de un ser sobrenaturalmente bueno y que solo deja descontentos, de un ser amigo del orden y en cuyos dominios todo es desorden. No, ya nada queremos saber de un dios que desorganiza la naturaleza, que es el padre de la confusión, que mueve al hombre en el momento en que este se entrega a hacer errores…”.[7]

De esta forma, Sade ve en este primer paso el camino a alejar al hombre del cristianismo, ya que este se interpone fieramente al proyecto iluminista de la republica, ya que dios se ha instalado como un problema de la razón, pero cuando se tiene un gran miedo no se puede razonar, este miedo es reflejado en este mismo dios cristiano.

Ya justificados los motivos por los cuales eliminar este culto, se encamina a la forma y a las posibles consecuencias, Sade aclara que en la forma no hay mayor problema y coloca como ejemplo la misma destrucción de los dioses paganos por parte del cristianismo ¿costo alguna gota de sangre? No cabe duda alguna que no. Por lo tanto declara “¿Cómo podemos temer que la obra de la filosofía sea más penosa que la del despotismo?...nuestro ateismo ha hecho cometer muchos delitos, jamás impidió uno”[8]
Acerca de la manera que establece para liquidar la religión cristiana, se muestra la necesidad de que sea liquidada por medio de su propio suceder, ya que si se destruyera de golpe la gente creería que hay algo que se les está ocultando.
“no, no asesinéis, no expulséis del país: esas atrocidades corresponden a los reyes o a los canallas que los imitaron; no es imitándolos como inspirareis terror hacia quienes las practicaban. Solo recurramos a la fuerza contra los ídolos; basta el ridículo para quienes los sirven…condenemos a ser mofado, ridiculizado, cubierto de lodo en las cruces de las principales ciudades de Francia al primero de esos charlatanes malditos que venga a hablarnos todavía de dios o de religión; una prisión eterna será la pena para quien caiga dos veces por la mismas faltas. Que las blasfemias más insultantes y ateas sean enseguida autorizadas plenamente a fin de terminar de extirpar del corazón y la memoria de os hombres esos espantables juguetes de nuestra infancia; que se organice un concurso para elegir la obra mas capaz de esclarecer por fin a los europeos sobre una materia tan importante y que un premio considerable, discernido por la nación, sea la recompensa para aquel que, diciéndolo todo, demostrándolo todo en esta materia, ya solo deje a sus compatriotas un hacha para tumbar todos esos espectros y un corazón recto para odiarlos”.[9]
Por ultimo establece las formas por las cuales educar a los individuos, esta se basa en suprimir la educación moral y remplazarla por una social, hacerlos notar que la felicidad personal depende de la felicidad del otro. “si fundáis esas verdades en las quimeras cristianas, como locamente se lo hacia en antaño, no bien vuestros alumnos reconozcan la futileza de las base tumbaran el edificio y se convertirán en delincuentes, porque creerán que sólo la religión que la han derribado se los impedía ser. En cambio haciéndoles sentir la necesidad de la virtud únicamente porque su propia felicidad depende de ello, serán personas honradas por egoísmo, y esta ley que rige a todos los hombres será la mas segura de todas; que se evite, pues, con el mayor cuidado, mezclar alguna fábula religiosa a esta educación nacional”.[10]

Ya expuesto todo lo anteriormente dicho cabe reflexionar la pertinencia y posibilidades de dicha teoría. No cabe duda que estamos instalados dentro de un sistema donde la religión se ha instaurado como algo natural y que difícilmente se podría extirpar, ya que a estas alturas ni siquiera se desenvuelve como en algún momento lo denuncio Rosseau, como una dicotomía entre señor y sacerdote, donde no se sabia cual de los dos estaba obligado a obedecer y esta imposibilitaba toda buena organización de los estados cristianos, hoy en día, ya no se puede reconocer dentro de cual estamos inmersos, se ha vuelto parte de nuestra vida cotidiana, y una ejerce dentro de la otra de manera indistinta. Todo se ha vuelto un libre juego entre religión y estado mediado por los valores que el mismo cristianismo introdujo en antaño, la seudo realización del proyecto de Rosseauneano mas allá de darnos libertad con respecto al culto, permitió que el cristianismo se introdujera por completo y a nuestras espaldas dentro de las leyes de donde ya es imposible sacarlo. Desde el otro lado, si se pudiera extirpar, lo más probable es que la historia se repita. Si bien, hay momentos en que pareciera que este se debilita cada vez mas, en creerlo esta el verdadero peligro, la gente sigue esperando tranquilamente su trozo de cielo y quien no lo hace esta indistintamente obligado a regirse por lo mismo. La gente ya olvido la tan añorada libertad, la religión fue más fuerte y nos consiguió mantener temerosos e ignorantes hasta el fin ¿por qué nunca buscamos otros dioses? ¿Por qué no nos gusta la felicidad? ahora la batalla esta perdida y todo se resume en una utopía más. Quizás hubiéramos tenido que abrir los ojos antes, hoy solo nos queda el recuerdo de un intento y la mera resignación. Los diagnósticos de Sade no eran tan errados después de todo, del condenado Sade, del loco, del impío, del blasfemo, del “sádico”, al final de cuentas hemos vuelto a caer en una monarquía, una feliz monarquía.
“desde el momento en que pudo someterse a las estupideces de una religión tan baja como la que tenemos la locura de admitir, no puede dictarme leyes, no puede dictarme leyes ni transmitirme luces; solo puedo verlo como un esclavo de los prejuicios y la superstición”.[11]

BIBLIOGRAFÍA:
-Rousseau, Jean Jacques; contrato social, España, editorial espasa, 2003.
- Sade, Marqués de, Filosofía en el tocador ( la edición que tengo es muy antigua y no contiene todos los datos requeridos, cualquier consulta pedírmelo).
- Sade, Marqués de, Escritos políticos, http://www.librodot.com/searchresult_author.php?authorName=S



[1] Rosseau, Jean Jacques: contrato social, España, editorial espasa, 2003, Pág. 166.
[2] Rosseau, Jean Jacques: contrato social, España, editorial espasa, 2003, Pág.160.
[3] Rosseau, Jean Jacques: contrato social, España, editorial espasa, 2003, Pág. 161.
[4] Rosseau, Jean Jacques: contrato social, España, editorial espasa, 2003, Pág. 165.
[5] Rosseau, Jean Jacques: contrato social, España, editorial espasa, 2003, Pág. 168…169.
[6] Sade, Marqués de, Filosofía en el tocador, Pág. 103…104.
[7] Sade, Marqués de, Filosofía en el tocador, Pág. 107…108.

[8] Sade, Marqués de, Filosofía en el tocador, Pág. 109.
[9] Sade, Marqués de, Filosofía en el tocador, Pág. 112.
[10] Sade, Marqués de, Filosofía en el tocador, Pág. 110
[11] Sade, Marqués de, Filosofía en el tocador, Pág. 105.

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