miércoles, 19 de septiembre de 2007

Es bien sabido que haberse establecido a orillas de ríos a sido fundamental en el desarrollo de las mas grande civilizaciones ya sea la egipcia con el rio Nilo o la babilónica en el Tigris y el Éufrates.
Todo rio es relacionado con fertilidad, hermosos parajes, aguas cristalinas, especies que deleitan el paladar ¿o no? Lo repito, rio (lo imaginan), rio (¿hermoso no es verdad?), rio (y es la única forma como lo pueden concebir).
Pues hay ríos que no son para nada cristalinos, esos que parecen guardar grandes secretos en sus profundidades ( en verdad profundos no son, pero sus aguas chocolatosas los hacen ver sublimes), ríos que solo bañan piedras, cartones y tablas. En donde lo mas vivo son los perros con anónimos huesos entre sus fauces y uno que otro arenero casi vivo. Los totalmente muertos abundan, los que solo mueven su cabeza de un lado a otro en busca de algo verde o no verde (esta condición determina para que lado correr).
Sí, vivo a orillas del Mapocho, el mítico rio que la historia de chile a marginado junto a su gente. Yo creo que por que somos de los pocos que podemos afirmar los abusos y aberraciones que ocurrieron en los años que eran turbulentos en el país, porque cada día posterior a los toques de queda veíamos pasar esas masas sanguinolentas, esos desfiles de extremidades, y nosotros niños de aquel entonces con un natural gesto de mano los despedíamos mientras se perdían a la mirada de nuestra corta estatura. Los niños de mas abajo, los futuros delincuentes como decía mi mamá (paradojalmente fue todo lo contrario), jugaban a tirar piedras a los cadáveres asimilando la barbarie de aquellos años, el verdadero motivo de las piedras era la rabia contra el finado por no haber podido seguir luchando. Por otra parte los más viejos lloraban desconsolados la sangre que inundaba sus rojas banderas, el color rojo que a estas alturas les estaba causando temor más que esperanza. Lloraban sobre sus banderas, sobre la hoz y el martillo cuando aun no se oxidaban (quizás el oxido fue motivo de tantas lagrimas), cuando la hoz aun era hoz y el martillo todavía no mutaba en reloj, ni sotana negra, ni calavera.

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