domingo, 23 de septiembre de 2007

pasión carnal

Ni siquiera esperó a que doña Lucía le desease una bonita velada para abalanzarse sobre aquella, la subió al auto y partió a su casa embravecido. El bólido echaba humo, mientras que ella nerviosa a su lado emanaba el perfume del hambre, en efecto, era su primera vez y el gordo bestia que conducía la saboreaba con la vista, solo quería que todo fuese rápido, al menos ella.
Rosada, robusta, aunque no era de las mejores su ternura y frescura lo cautivaron, ya veía sus jugos unirse en aquel magno espectáculo.
La carretera se extendía cada segundo y ya no hallaba la hora de cumplir con su cometido, instintivamente la arrasó con una mirada fulminante y le dijo- tu lecho debe estar calentito- a lo que esta respondió con un súbito sobresalto.
Era de esas noches donde las luces sofocan y la cremallera terrorista del pantalón estaba punto de estallar, sin pensar depositó su mano sobre la víctima acariciándola con un movimiento ondulante. De súbito un tibio fluido carmesí comenzó a apoderarse de aquel asiento forrado en piel de leopardo, una escena que sin lugar a duda vuelve agua los sentidos.
Ya eran un cuarto para las once y su cuerpo pedía a gritos cumplir pronto con el ritual semanal, las manos ninja se desvanecían en las envolturas de su musa la que ahora parecía estar disfrutando de sus últimos momentos.
Una violenta desesperación sumergió la llegada a la casa provocando repetidos errores en la búsqueda de la llave correcta.
La presa que apretaba en sus manos se veía sofocada, parecía fundirse a sus pies. La sutileza que solía emplear se desvanecía por completo, comenzó a actuar con ímpetu troglodita, como ya lo había dicho su lecho estaba caliente y aquel fulgor se dejaba sentir en el aire, su esquizofrénico estado de conciencia lo hacía arrastrar las piernas hasta que al fin logró abrirla con un tajante movimiento para luego depositar todo lo que tenía sobre ella. Sus fluidos chirriaban al contacto, el sudor dejaba ver que este juego se transformaba en algo luciferino, todo se puso más denso cuando sirvió aquellas 2 copas de vino, la primera la bebió de un trago y la otra la abalanzó de a poco sobre su víctima, el olor que emanaba era la mayor satisfacción para cualquier mente hambrienta. Su musa ya estaba rendida, un pequeño descanso antes de comenzar con el fin de la función.
De forma lenta la empezó a besar, a desgarrar poco a poco, trozo a trozo hasta el fin.

Aquella posta plateada estaba tan buena como la que compraba cada sábado en la carnicería de la señora Lucía para satisfacer su pasión carnal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como haces fantasear a las personas
muy bueno el texto no lo cache salvo cuando ia habia leido un par de estrofas y ese juego de hacerlo interesante y llevarlo a uno imaginarse de ese deceo carnal
es impresionante como llevamos las cosas a ese tema, lo hace atrayente
como digo io siempre con el bichito
muy bueno
chaolines